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Encuentros sexuales placenteros y peligrosos: cruising

  • Foto del escritor: Trendy Oh! Group
    Trendy Oh! Group
  • 14 nov 2018
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 14 nov 2018




Sexo con desconocidos, así se le conoce al cruising, una práctica que regularmente se lleva a cabo en lugares públicos o de encuentro como clubs clandestinos. Algunos critican de manera severa al cruising por ir en contra de la moral, no obstante causa un gran morbo en sus practicantes debido a la adrenalina de ser agarrados con las manos en la masa. Aunque desgraciadamente hay bastantes peligros ya que suele ser foco de abuso sexual, asaltos o ataques homofóbicos.


Me pondré intelectual y citaré al antropólogo social colombianos Fernando Ramírez que define cruising como la búsqueda de relaciones sexuales efímeras, anónimas y casuales con personas en ambientes públicos o espacios privatizados diseñados para estos fines. Esta es una definición que fue hecha y popularizada entre hombres con un objetivo en común: sexo fácil y sin compromiso.

El fenómeno nació como la apropiación del espacio por parte de la comunidad gay que no podía amarse o demostrar actos de afecto como besos en público. Ante la homofobia, la comunidad comenzó a hacer suyos de manera clandestina lugares dedicados únicamente a la búsqueda la satisfacción de los instintos carnales. Los baños públicos se han mantenido como los favoritos.

En la Ciudad de México hay distintos puntos en los cuales cualquiera puede desahogar deseos carnales. Estos lugares de encuentro no tienen un espectacular o letrero que los anuncia, es un secreto a voces.

En la capital mexicana hay otros lugares de cruising comunes como el último vagón del metro ,los baños fuera del Metro Velódromo, el camino verde de Ciudad Universitaria, los baños públicos de distintos centros comerciales y bares; clubes clandestinos de sexo como el Antifaz, o lo baños de vapor, donde fácilmente se puede encontrar con quién tener relaciones sexuales.



El cruising lleva un cierto código de anonimato y encubrimiento entre sus practicantes. Sin embargo, a pesar de parecer una práctica sumamente divertida, interesante y excitante no todo es maravilloso en el mundo del sexo con desconocidos, pues bien, es el anonimato, el secreto a voces de los lugares.


Dante Pérez, joven estudiante de 20 años cuenta que su primera experiencia sexual fue a los 16 años cuando él se dirigía al centro de la ciudad, se subió al último vagón del metro (lugar por excelencia para practicar cruising) en la línea 2, ahí conoció a un sujeto que hizo desviarlo al Monumento a la Revolución, donde debajo del recinto, en las rampas ocultas por la oscuridad de la noche comenzó a hacerle sexo oral a su acompañante. “Sentía como la adrenalina corría por todo mi cuerpo, mis piernas temblaban no sabía si de nervios o del inmenso placer que me hacía sentir el sujeto al penetrarme” narra Dante.



Roberto Casillas Jauregui, psicólogo Gestalt, afirma que los encuentros sexuales en lugares públicos disparan adrenalina en el cuerpo ya que este se encuentra en un estado de alerta. Por obvias razones el encuentro sexual se hace más interesante para los practicantes del cruising.

Lo prohibido sabe más rico, comentan expertos, pero esta práctica tiene desventajas, algo que ocurre regularmente es la de la corrupción de algunos policías que extorsionan a los practicantes con dinero para dejarlos hacer de las suyas.


Por lo anterior, es importante que conozcas que dentro de la Ciudad de México si la policía llega a descubrirte no puede multarte, ya que sólo puede llevarte detenido si faltas al artículo 23 sobre infracciones contra la dignidad de las personas de la Ley de Cultura Cívica de la Ciudad de México que establece en su apartado I: “Vejar, intimidar o maltratar físicamente o verbalmente a cualquier persona”. Entiéndase por vejar el hacer pasar a una persona por una situación humillante, así que alguien debe denunciar para que seas arrestado. Si tienes más dudas sobre por lo que pueden infraccionar, lee los artículos 23, 24, 25 y 26 dando click aquí.

En zonas inseguras hay quienes aprovechan la vulnerabilidad de ciertos practicantes para cometer estupro. El cruising y sus lugares de encuentro quedan a la mira de asaltantes, abusadores sexuales y violentos que quedan impunes después de agredir. Nadie denuncia por miedo a ser descubierto.

La única forma que tienen los practicantes del cruising de evitar abusos es publicando avisos, señalamientos y descripciones de los abusadores en blogs, páginas de Facebook, cuentas en Twitter que se dedican a promover esta actividad y a formar encuentros.

El pasado 16 de abril del 2018, la cuenta de twitter @CaminoVerde_CU publicó “TENGAN CUIDADO, YA QUE ES UN LUGAR PROHIBIDO ES ILUSO TRATAR DE QUE LAS AUTORIDADES NOS AYUDEN” debido a que ha habido distintos asaltos en el Camino Verde de Ciudad Universitaria, el cual es un punto de encuentro cruising.


En otras cuentas son publicadas fotografías de los agresores o se hacen publicaciones similares para prevenir a los practicantes de cruising de ser violentados.


A pesar de los avisos, hay quienes guardan en un cajón un trago amargo durante la realización del cruising. Daniel, un joven estudiante y trabajador de 20 años, ha hecho esta actividad desde los 18 años en lugares de encuentro como Club Antifaz, Baños 69 y el Camino verde.

Para él, el sexo con desconocidos es algo divertido, pero a la vez peligro ya que admite que no se conoce a la persona, no sabe si tiene una enfermedad de transmisión sexual o mental, o si lo va a asaltar. No obstante, su perspectiva cambió cuando en mayo del 2017 pues fue golpeado mientras realizaba cruising.


“Mientras estaba en el último vagón del metro conocí a un joven aproximadamente de 24 años, entre miradas y roces de nuestros miembros, decidí bajarme del vagón con él, salimos de la estación y nos dirigimos a un parque cerca de ahí, era de noche, no había nadie a nuestro alrededor. Entonces, le empecé a hacer sexo oral. El sujeto comenzó a tornarse un poco agresivo y me tomó con mucha fuerza, mientras le hacía sexo oral tomó mi cabeza y la azotó contra la pared. No aguanté el dolor, trate de zafarme de él pero tenía demasiada fuerza, así que no sé cómo pero pude líbrame de él y corrí. Tenía miedo. El venía detrás de mí, pude tomar un taxi”.

Daniel no pidió ayuda. Menciona que no hay gente en los lugares de encuentro después de las 10 PM. Fue el momento perfecto para que el agresor pudiera hacer de las suyas. “Este tipo de situaciones no sólo me han pasado a mí tengo amigos que han sufrido también de abusos”, agrega.


Comenta además que no sólo van jóvenes de 20 años a señores maduros de 40 a 50 años, sino también menores de edad, y lo sabe debido a que traen el uniforme de las secundarias aledañas al lugar de encuentro.

Daniel reconoce que no pueden denunciar debido a que el lugar de su encuentro sería descubierto y en muchos lugares la actividad implica faltas a la moral. “Sólo queda cuidarse”, dice Daniel.



El cruising, por a su anonimato y poca vigilancia pública, es el foco de distintos asaltos, abusos sexuales y agresiones físicas que no son demandadas por las víctimas porque piensan que serán juzgados, o porque no quieren hacer más grande el problema, además de que en algunos casos ciertas autoridades piensan que es porque se lo buscaron por andar frecuentando lugares así.

Por otra parte, hay lugares como “Mi depa”, un sitio ubicado, antes del temblor del 19 de septiembre del 2017, en departamentos cerca del metro Taxqueña que simulaba un club. Era un lugar de dos habitaciones que servían de cuartos oscuros y la cocina como recepción, guardarropa y sala de espera. En ese lugar, un estudiante de 21 años, Javier, relata que casi abusan sexualmente de él:

-Una vez casi me violan. Ya sé que suena ilógico cuando a lo que uno va es a coger, pero así fue: el lugar estaba casi vació y yo estaba fajando con un señor en el cuarto oscuro. De pronto él se empezó a poner muy violento: me agarraba tan fuerte la verga que sentí que me la iba a partir en dos; me besaba y me metía la lengua y no me dejaba respirar; gritaba; por más que lo intentaba apartar y le decía que no, él no me soltaba y obvio era más fuerte que yo.

-El cuarto oscuro estaba solo, había como dos güeyes en la sala platicando. El encargado ni se metía, casi siempre estaba en su computadora o celular, o cogiendo con alguien en la cocina. Nosotros nos podíamos matar y como la música estaba tan alta, él ni en cuenta. Al final pude zafarme de él.


“No denuncie el lugar, ni hice mayor escándalo porque se sabría que soy homosexual y me daría vergüenza que supieran dónde y qué me pasó”- afirma Javier.


Denunciar es necesario para evitar futuros ataques de delincuentes que ven a esta actividad perfecta para sacar provecho. El cruising lleva a sus practicantes al éxtasis, pero es recomendable que se tengan en cuenta los peligros que lleva la práctica, si lo vas a llegar a hacer, hazlo, pero infórmate.


En el siguiente audio escucharás testimonios de distintos jóvenes que hacen cruising y algunas recomendaciones para practicarlo. Da click aquí.


Por: Yiil Bermeo




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